La garrapata es un ácaro ectoparásito que se alimenta de la sangre del hospedador, en este caso perros y gatos, perteneciente a la familia Ixodoidea. Con su picadura, estos pequeños animales, pueden transmitir enfermedades muy graves a las mascotas; como la babesiosis, ehrlichiosis o la enfermedad de Lyme, que también afecta al ser humano.
Las garrapatas se anclan a la piel del animal usando sus fuertes mandíbulas y comienzan a succionar su nutritiva sangre, anestesiando la zona para evitar ser descubiertas e hinchándose de manera ostensible, hasta desprenderse al cabo de los días, una vez colmado su apetito. La mayoría de picaduras son inofensivas y generalmente, el ácaro debe permanecer en contacto directo con el can o el felino más de dos días para que exista riesgo de contagio de patologías.
La clave para minimizar el riesgo de que las garrapatas se conviertan en un problema para nuestra mascota es la prevención. Actualmente, disponemos de diversos productos antiparasitarios:
- Collares: contienen imidacloprid, flumetrina o deltametrina y confieren protección durante varios meses.
- Pipetas: se aplican mensualmente en el dorso del animal y tras 1 hora de exposición, éste estará protegido.
- Sprays: son muy cómodos de administrar ya que se pulverizan fácilmente. Hay que usarlos mensualmente y no se debe bañar al animal los tres días anteriores o posteriores al tratamiento.
Todas las garrapatas son visibles a simple vista, así que después de paseos campestres o cerca de bosques, siempre deberemos hacer un chequeo minucioso de la piel de nuestro peludo. Los perros, por su naturaleza, están más expuestos a sufrir sus picaduras que los gatos. En caso de observar alguno de estos parásitos durante la inspección, procederemos a su retirada de la siguiente manera:
- Tumbar al animal de forma cómoda.
- Con unas pinzas coger a la garrapata lo más cerca posible de la mandíbula.
- Estirar suavemente hacia atrás sin apretar demasiado ni hacer movimientos bruscos para no romperla.
- Evitar dejar la mandíbula de la garrapata enganchada en la piel, ya que puede provocar una reacción local muy dolorosa, que puede incluso infectarse.
- Matar a la garrapata.
- Lavar las posibles heridas con agua y jabón y aplicar un antiséptico.
Si el perro o el gato ha sido infestado por garrapatas es conveniente acudir al veterinario para descartar la transmisión de otras enfermedades. El profesional elegirá el tratamiento dependiendo de la patología a tratar, generalmente antibióticos.
Los síntomas más característicos son:
- Enrojecimiento e hinchazón en la zona de la picadura, en algunos casos severos.
- Anemia: si la perdida de sangre es importante.
- Rigidez y dolor muscular, fiebre o colapso (Enfermedad de Lyme).
- Perdida de apetito, orina de color rojo oscuro, fiebre (Babesiosis).
- Perdida de peso, fatiga, fiebre, dificultades respiratorias (Ehrlichiosis).
Sin tratamiento, algunas de estas enfermedades pueden causar la muerte del animal, así que la prevención es básica. Si tu animal tiene problemas con las garrapatas o quieres saber más, ponte en contacto con nosotros.