Los trastornos del riñón son bastante más comunes en gatos que en perros y suelen aparecer de manera progresiva y con sintomatología variada; uno de cada cinco gatos mayores de quince años presenta insuficiencia renal, en la mayoría de casos crónica e irreversible.
Los riñones son las “depuradoras” del organismo, filtrando los compuestos tóxicos presentes en la sangre y eliminándolos a través de la orina; regulando también el equilibrio entre agua y electrolitos y la presión arterial. Además de producir eritropoyetina, hormona clave en la síntesis de glóbulos rojos (la famosa “EPO” a la que han recurrido tantos deportistas en la historia reciente para aumentar su rendimiento).
De pequeño tamaño si los comparamos con el hígado o los pulmones, los riñones presentan una gran capacidad de reserva, pudiendo funcionar de manera adecuada hasta con un 75% de sus tejidos dañados. Es posible llevar una vida completamente normal con tan solo un riñón, algunos ejemplos de futbolistas de primer nivel dan fe de ello: “O Rei” Pelé, Santillana o el “Lagarto” Pizzi, triunfaron con únicamente un riñón disponible.
Volviendo a los felinos, los síntomas vinculados a los problemas renales suelen ser: cansancio, apatía, aumento de la producción de orina y, por tanto, del consumo de agua, perdida de apetito, mal aspecto general, retención de agua, vómitos, hipertensión (que puede provocar ceguera), desequilibrios electrolíticos (bajos niveles de potasio y altos de fósforo) o anemia.
La edad del minino es un factor a tener muy en cuenta en la aparición de la insuficiencia renal; otras causas comunes son: genéticas (como en los gatos persas o sus cruces), la presencia de tumores o piedras en el riñón, enfermedades como la peritonitis infecciosa felina, la ingesta de productos tóxicos (como el ajo o las uvas), una dieta desequilibrada o la deshidratación.
El diagnóstico de la insuficiencia renal crónica en gatos se basa en un análisis sanguíneo (niveles altos de urea, creatinina o SDMA son indicativos de mal funcionamiento del riñón) y otro de orina (que suele presentarse más diluida y en mayor cantidad). Otras pruebas (rayos X, ecografía) pueden ser necesarias para entender la causa primaria de la disfunción.
A no ser que el fallo renal sea causado por una enfermedad tratable, por lo general, el tratamiento va a ser exclusivamente sintomático, es decir: corregir posibles irregularidades homeostáticas mediante suero, controlar el dolor con analgésicos, los vómitos con antieméticos, la anemia con suplementos de hierro o transfusiones, antihipertensivos, etc. Y un cambio en la dieta del felino.
Una buena alimentación específica es básica para evitar el avance de la insuficiencia renal en gatos, además de una correcta hidratación. En general la dieta debe ser: baja en fósforo y con proteínas de fácil digestión, baja en sal, con suplementos de potasio o hierro (si fuera necesario) y otras vitaminas, fibra o ácidos grasos esenciales. También es clave el seguimiento veterinario del gato, con análisis de sangre periódicos para ver si el animal mejora.
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Ambos alimentos se pueden usar a la vez y mejoran la calidad de vida del gato con trastornos renales. Cualquier pregunta, no dudes en consultarnos. Gracias por tu lectura.